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tedrático de traje negro. Era el Dr. Tulp vez el flechazo como aquella noche en
enseñando al resto de los presentes la que Rembrandt me hizo dormir con la
función de los tendones nacarados del luz encendida. Había algo genuino ahí,
antebrazo del cadáver. Tenía una pinza algo verdadero, una vocación quizá: vol-
en la mano y tironeaba de ellos. Aun- ví a interesarme por las pinturas.
que sin entender demasiado, tuve la im- En adelante salí en busca de mis autores
presión de que aquella pintura, más allá favoritos. Leí, estudié, organicé viajes
de la perfección de las figuras, contenía sin más motivo que ir a ver una pintura
algo grandioso, algo para lo que aún no que escogía cuidadosamente. Disfruté,
tenía palabras. aprendí, conocí. Entonces sentí que era
No recuerdo cuándo dejé de frecuentar el momento de divulgar todo lo que ha-
la revista. Probablemente, entrada la bía logrado siendo nada más que curio-
adolescencia, absorbida por la secunda- sa y comencé a escribir en el diario local
ria, los intereses del momento, los com- una columna titulada ¨Pinturas y algo
plejos, los sueños, los amores. Lo cierto más¨. La idea era llevar el arte a cada
es que me olvidé del arte o al menos eso casa, ponerlo al alcance de algún alma
creí porque en adelante fue todo ciencia. necesitada, generar emociones, contar
La vida era estudiar, la vida era formar- historias, del mismo modo que había he-
se, la vida era ejercer… Pero los años cho conmigo la revista MD en español,
pasan, suceden cosas, sentimos la nece- esa revista de hechura espiritual, que mi
sidad de diversificarnos, de crecer, de padre dejaba olvidada en un rincón de la
entender. Un día como quien no quiere casa, al decir de Eco, cuando no se preo-
la cosa, di con ese recuerdo infantil. Otra cupaba por educarme•

La Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp de Rembrandt

Vol. 52 - Nº 253 / 1 - Año 2021 9